Hoy, el Museo de Villa fue el sitio ideal para recordar la llegada de Francisco Villa a este municipio hace 91 años para deponer las armas y convertir a Sabinas en la cuna de la paz revolucionaria al firmar el armisticio.
El Presidente Municipal de Sabinas, licenciado Jesús María Montemayor Garza acompañado por los diputados Ramiro Flores Morales y Javier Fernández, así como la coordinadora de turismo en la región carbonífera y cinco manantiales, Carolina Morales Iribarren, la directora del Museo, profesora Alejandra Guajardo y Sonia I, encabezó la ceremonia conmemorativa.
Se efectuó una guardia de honor y colocación de una ofrenda floral, por el alcalde y los miembros del cabildo, las síndicas Adelaida Valdés Venegas e Isela Guadalupe Gutiérrez Velázquez así como regidores José Juan Hernández Cárdenas, Jesús Alberto Mussi Garza y Yésica Vazquez Alvarado así como funcionarios invitados.
También los miembros del taller de historia de la Casa de la Cultura participaron con una guardia de honor ante el busto de Francisco Villa.
En el lugar el historiador, licenciado Gerardo García Ayala dio lectura al tratado de paz, que puso fin a la revolución. De igual forma el cronista profesor Ramiro Flores Morales narró lo acontecido en aquellos días cuando Villa estuvo en Sabinas.
Habló de la toma de Sabinas con la muerte de algunos militares, así como, la forma en que el General Villa ayudó para que se pagara el salario de varios meses a maestros porque las autoridades locales carecían de recursos para cubrir el adeudo.
El histórico acontecimiento de “El Armnisticio de Villa”, se firmó en esta ciudad de Sabinas, desde donde el general Francisco Villa envió una serie de telegramas al presidente de la república, donde mencionaba sus intenciones de rendirse y terminar así con su encarnizada persecución que duró varios años por todo el país, incluso en los Estados Unidos de Norteamérica, donde el general Persingh y el gobierno ofrecían una recompensa de hasta 5 mil dólares por su cabeza.
Los acuerdos se firmaron entre el general Eugenio Martínez y Francisco Villa, poniendo fin a la revolución mexicana.
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